Con la exposición ”Los senderos del perro azul”, el artista chileno radicado en Suecia, Nelson Salazar Luna, mostró una vez más su arte en las Islas Canarias.
Antes de partir a inaugurar la exposición, ”El Luna” - como le dicen los colegas - conversó con Magazín Latino.
Hablamos sobre su trayectoria artística y lo que significa para él el arte. Nos contó que cuando pinta se transporta a la infancia, y sus obras reflejan esa parte lúdica. Lo motiva la necesidad de comunicarse. ”Tengo hambre por contar historias”, enfatiza.
Por: Marisol Aliaga. Texto y fotos.
Nos encontramos en la galería de arte de Edsvik, aunque encontrar un lugar tranquilo donde platicar no es cosa fácil. La galería bulle constantemente de intensa actividad, y hoy más aún, puesto que se inaugura una exposición en la que participan nueve artistas, todas mujeres. Se trata de un homenaje al Día Internacional de la Mujer, en vísperas del 8 de marzo.
- La gran mayoría del público que viene a las exposiciones son mujeres, así como las integrantes de nuestros cursos, dice Nelson cuando al fin nos instalamos en los talleres, donde pasa gran parte de su tiempo, dictando clases.
Desde la Galería de Edsvik se aprecia el lago de Norrviken. Foto: Marisol Aliaga.
La Galería de arte de Edsvik queda hermosamente ubicada en una explanada frente al lago de Norrviken, en la comuna de Sollentuna, al norte del centro de Estocolmo. En la sala Oeste, entre atriles, pinturas, telas y bastidores, Salazar Luna se siente a sus anchas. Su carácter locuaz y distendido contribuye a que toquemos más temas de los que había pensado. Cuando dos chilenos se encuentran, nunca les faltan temas de conversación. En esta ocasión queremos conversar de arte.
Salazar Luna ha trabajado en la galería desde diciembre del 2012 y es prácticamente el ”brazo derecho” del director de Edsvik, Ricardo Donoso. Ejerce como profesor en las dos escuelas de arte que mantiene la sala de arte y se desempeña también como técnico de exposiciones.
Va a cumplir cuatro décadas dedicado al arte y se enorgullece de ser autodidacta. Comenzó a los 20 años, cuando, en tiempos de la dictadura en Chile, por el año 78 – 79, llegó a vivir a su pueblo, Maitencillo, cerca de Valparaíso, un joven algo mayor que él. Pablo Goldenberg era un artista multifacético: filósofo, escritor, artista conceptual y gráfico. Rápidamente se convirtió en su gran amigo.
- Pablo me animó a que me lanzara. De chico yo había dibujado siempre, pero ahora quería aprender a pintar, y que él me enseñara, quería pintar óleo, como Pablo, aunque él usaba distintos materiales. Después de una conversación que tuvimos, me fui a casa, tomé una brocha y me puse a pintar en la pared de atrás, que daba al patio. Recuerdo que pinté la imagen de un hombre y una mujer, era algo romántico, me parece que me inspiré en el poema de Neruda, Farewell.
¿Qué le pareció a tu amigo tu primera obra?
- [Riendo] Bueno, yo había pintado un montón de cosas volando, no tenía nociones de composición ni de los conceptos que manejo ahora. Pero Pablo me animó, y me dijo: “Está bien, pero necesitas saber algunos conceptos técnicos”.
Y le dio un consejo que nunca olvidaría:
- Nelson, hay una cosa que es importante saber: para hacer arte no se necesitan pinceles, ni colores, ni telas. Para hacer arte, se necesita creatividad. Tú puedes pintar muy bien, puedes dibujar muy bien, puedes hacer una fotografía fabulosa. Pero si no eres creativo nunca vas a hacer arte.
Al cabo de unos años, y por motivos políticos, Salazar Luna se fue a vivir a Argentina, donde permaneció durante siete años, los cuatro primeros como indocumentado. Allí, en las pampas, quería contar lo que pasaba en Chile. Pero tenía un problema: nadie lo conocía. La ayuda llegó de la mano de dos reconocidos pintores pampeanos: Eduardo Di- Nardo y Alfredo Olivo, quienes le abrieron las puertas del mundo del arte.
- Nunca me sentí menospreciado, ellos se interesaron en mi arte de esa época, que era de tipo conceptual. Copiando a Pablo, quien era partidario de “las artes plásticas no rentables” presenté la instalación “La tierra de los zorzales y de los rojos copihues”, sobre lo que estaba pasando en Chile. Se montó en el Museo Provincial de Santa Rosa, en La Pampa, en la sala del Pensamiento Libre. Imagínate, fue algo muy importante para mí.
Y más tarde llegaste a Suecia, ¿de qué manera te marcó el llegar a este país?
- Lo más importante es que he tenido la suerte de poder seguir pintando. También la posibilidad de ver obras de artistas famosos, que fue la mejor enseñanza para mí. La primera vez que fui al Museo de Arte Moderno nunca había visto obras de Kandinsky, de Picasso, de Matisse, Cy Twombly, Pollock, Dalí, etc. Casi me puse a llorar de la emoción. El hecho de estar en Europa me dio esa posibilidad. El tener acceso al Arte ayuda muchísimo a crear, porque te va dando pautas, te va educando. Uno se puede dar cuenta de qué técnica usaban los maestros, qué color utilizaban primero, qué trazos, todo ese tipo de detalles.

Nelson Salazar Luna en el taller de la Sala de Arte Oeste, en Edsvik. Foto: Marisol Aliaga.
A los pocos años de afincarse en Suecia, en 1988, Salazar Luna conoció a Ricardo Donoso, pintor chileno de larga trayectoria, que ha estado a cargo de numerosas galerías de arte y goza de gran prestigio dentro del mundo artístico en Escandinavia.
- Estoy trabajando con Ricardo desde el 94 - 95 más o menos. Comencé con él en Väsby Konsthall, donde también dicté clases. Después, cuando me mudé a Canarias, comenzamos otro proyecto, y hasta la fecha hemos seguido realizando proyectos artísticos, tanto en España como en Suecia.
¿Me imagino que, siendo Ricardo chileno, hay otros connacionales que trabajan con él?
- En realidad no. Soy el único chileno que trabaja en Edsvik. Anteriormente han pasado por la galería dos profesores: Sergio Perea, escultor, y Roberto Cárdenas, pintor. Estos dos artistas han dictado clases temporalmente. También han venido docentes invitados de otros países, pero yo sigo siendo el único profesor chileno en Edsvik.
¿A qué se debe esto? ¿Falta de interés en la comunidad latina?
- Para nada. En el 2015, por ejemplo, tuvimos una exposición con 25 artistas chilenos: “Territorio desconocido”, que tuvo gran éxito. Ahí participamos viejos pintores así como jóvenes de la nueva generación que estudiaron en la Academia Superior de Bellas Artes de Estocolmo, casi todas chicas. Pero el tema es complicado, Ricardo tiene una línea bastante clara: él se mueve dentro del ambiente sueco. Además, la gente tiende a poner etiquetas, y Ricardo no quiere que la galería sea catalogada de invandrarkonst (arte propio de extranjeros). Pero él no le cierra la puerta a nadie, siempre y cuando el arte tenga calidad.
Cuéntame algo de las escuelas de arte de Edsvik
- Edsvik es un lugar público donde todos son bienvenidos. Hay dos tipos de escuelas: una donde los jóvenes estudian por un año, para después poder postular a escuelas superiores de arte. En el último periodo de esta malla curricular, yo dicto clases de arte experimental. En la otra escuela se implantan los cursos libres, con cuatro grupos diferentes, de lunes a sábado. Se les enseña la técnica, la composición, el valor del color etc. En los cursos libres hemos tenido algunas compatriotas, de las cuales me ha tocado ser su profesor.
¿Estos cursos libres son una especie de hobby?
- Aquí vienen por ejemplo señoras mayores, que son aficionadas. Algunas vienen año tras año, como una forma de vida social, y además se perfeccionan en su hobby. Otras montan exposiciones y se consideran “artistas”. Incluso, si tienen recursos, exponen en las grandes ciudades…
¿Cómo así?
- Si uno tiene dinero, puede arrendar una sala de arte en Madrid, o en Nueva York, en París o en Londres, por ejemplo. Esto obviamente se ve muy bien en el curriculum, pero poco o nada refleja el talento de la persona.
Me pregunto entonces cuándo se es artista. Cuándo la persona puede adjudicarse un título, en esto de las artes. Por ejemplo, Isabel Allende cuenta que, luego de haber escrito ocho libros, todavía le costaba llamarse a sí misma “escritora”…
- Eso depende de la persona. Yo, por ejemplo, llevo haciendo esto por 36 años - el 85 tuve mi primera exposición - pero nunca me he creído artista. Los demás dicen que soy artista, pero yo no. Y no es exceso de humildad, es que considero que aún estoy en camino, en un proceso, en la búsqueda. Algunos se consideran ”artistas”. Otros y otras vienen a la escuela por entretenerse, por socializar, sin mayores expectativas.
Pero el arte es tan subjetivo. ¿Cómo entonces, se puede distinguir al verdadero artista?
- Lo más importante es que el artista crea. El verdadero artista tiene la capacidad de crear. Después, claro, lo demuestra la calidad de su obra: Frida Kahlo, Diego Rivera, Kiefer, Per Kirkeby, Jackson Pollock, Picasso, Dalí, por ejemplo, son grandes artistas. Esto se nota en la forma cómo manchas la tela, si eres suave de mano se va a notar en tu obra. Es como bailar, si bailas durante diez años, se va a notar. Ahora, a algunos les gusta llamarse a sí mismos ”artistas”.
¿Por qué?
- Porque la gente necesita títulos.
¿Pero entonces se trata de constancia, de rutina, más que nada?
- Es rutina: te sudan los patines. Picasso decía: “Lo que te lleva al éxito es trabajar, trabajar y trabajar". Es la perseverancia. No así - ojo - el interés monetario. Yo nunca hago un trabajo pensando en cuánto dinero voy a ganar, o si ese cuadro está a tono con los muebles, por ejemplo.
¿Cómo defines tu arte?
- Mi arte es expresionismo abstracto, es pintar con sentimiento. Pero también trabajo mucho con el arte conceptual. O sea que, detrás de todo lo abstracto, de lo surrealista, siempre tengo una historia que contar. En “Los senderos del perro azul” muestro caminos cortados - aunque muchos piensan que son paisajes. Y es curioso, porque cada persona se identifica con “sus” paisajes. Me dicen que he pintado Maitencillo, o que es un paisaje de Norrland, o de Pajala, o del archipiélago de Estocolmo. Y yo no he querido ni siquiera pintar paisajes. Son rayas, caminos, senderos, huellas.
¿Por qué pintas siempre cuadros tan grandes?
- Eso te da más posibilidad de expresión. Al principio hacía performances, o happenings, pero siempre he pintado y nunca he parado de contar historias. También he trabajado bastante con el tema de la inmigración, se habla mucho de esto, pero nadie se pregunta cómo se siente un inmigrante. ¿Cómo se siente una persona que se ve en la obligación de abandonar su entorno familiar, de dejar la seguridad de lo conocido y enfrentarse a lo desconocido?
Nelson Salazar Luna en la inauguración de la exposición ”Los senderos del perro azul”, en Agüimes. Foto: Catherine Suárez.
Al momento de la entrevista, la exposición “Los senderos del perro azul”, se iba a presentar en La Sala de Arte Agüimes, en Gran Canaria, en España. En julio del año en curso será expuesta en el Museo de Bellas Artes en Santa Rosa, La Pampa, en Argentina.
Cuéntame sobre el nombre de la exposición y de este perro que en julio parte a Argentina
- Quería contar una historia sobre la gente y sobre los cambios que va teniendo en la vida. Para eso, uso al perro. Esos perros callejeros que van y vuelven y van dejando huellas. En Argentina conocí a un señor que sabía mucho, aunque era algo mitómano. Él tenía la costumbre de decir ¡perro azul!, por lo bueno y lo malo, de allí tomé el título. El perro va marcando espacios, va dejando mensajes, al igual que nosotros. Hemos ido saltando de un país a otro, y la vida te va marcando un montón de espacios. En esta obra muestro caminos, senderos, huellas con los que la gente pueda identificarse. La exposición del perro azul no es algo nuevo, lo vengo pensando desde el 2008 – 2009. Luego retomé la idea el 2014 – 2015, de repente te viene nuevamente la idea, y estos dos últimos años me vino con fuerza.
- Pero, a pesar de que intento pintar lo más libre posible, nada es casual, hay cosas que te manejan. Yo quiero llegar a ser un artista de calidad y es allí donde está la lucha mía, quiero hacer cosas buenas, entonces, tengo que seguir buscando.
Gran parte de su tiempo, Salazar Luna pasa en los talleres de la escuela de arte de Edsvik. Foto: Marisol Aliaga.
Nelson reconoce que pinta porque ”tiene hambre por contar historias”. Lo mismo podría haber sido escritor, y tiene ganas de escribir cuentos para niños. Cuando pinta se remonta a la infancia.
- Yo pienso en la libertad que da la pintura, el pintar sin barreras. Cuando pinto me siento niño, me ensucio las manos, pinto en el suelo y uso brochas grandes. Voy tirando, voy jugando, y al final, por supuesto, coloco los elementos que sirven de hilo conductor, ese hilito que te engancha a la historia, al igual que el título que le doy a la obra.
¿Qué materiales usas?
- Trabajo en tela y con técnica mixta. Mezclo acrílicos, pigmentos, lápices, látex. Utilizo mucha textura, arenas, polvo de mármol, esto se viene usando desde siempre. Pero yo lo que quiero es salirme de todos los parámetros, cosa que es muy difícil, puesto que cuando uno enseña arte tiene que enseñar las cosas clásicas.
Hay quienes se saltan las reglas desde un principio, ¿cómo lo ves tú, se puede comenzar saltándose las reglas?
- No. Primero tienes que dominar lo básico: la técnica, las proporciones del cuerpo, la composición, el valor del color, todas esas cosas que te enseñan en la escuela. Aunque yo soy autodidacta, pero he pasado por muchas escuelas y he tomado muchos cursos con distintos artistas, por eso tengo la capacidad de dar clases. No estudié pedagogía pero enseño lo que sé hacer.
Piensas que, para ser artista, hay que vivir del arte?
- Pienso que los artistas nacen siendo artistas. Si te fijas, hemos tenido muchos compatriotas que han integrado grupos musicales de gran calidad, pero que aquí han trabajado en algo completamente diferente. Personalmente, he vivido en cuatro países distintos, he hecho de todo, pero nunca he dejado de pintar. Cuando llegué a Suecia trabajé en el correo. Algunos decían que yo no era artista porque trabajaba en el correo. Pero todos sabemos que el arte - y la cultura en general - no siempre te da para vivir.
¿Consideras tú que el arte debe estar ligado a la política?
- Para nada. Aunque pinté muchos trabajos con tendencia política al principio, en contra de la dictadura. Pero un día un amigo me preguntó: ¿ Y qué vas a pintar cuando se acabe la dictadura? Entonces me quedé “marcando ocupado”. Pero considero que el arte no es política. Picasso, por ejemplo, pintó una sola obra política: Guernica. Y eso que era militante del Partido Comunista. Ahora, el tema de la inmigración lo veo como un tema social, y ahora estoy haciendo una obra conceptual sobre la identidad. Esto se puede ver como arte político, pero yo hago arte por el arte en sí.
Pero viendo el mundo actual, con un racista misógino en los EE.UU., con los Demócratas de Suecia que siguen ganando en popularidad…¿no piensas tú que el artista tiene una responsabilidad con la sociedad en la que le tocó vivir?
- Por supuesto. Creo que el artista debe tener un pensamiento, una filosofía política. Eso lo tengo muy arraigado en mí, pero eso no significa que mi arte esté ligado directamente a la política. Puedo hacer cosas con tendencia política, pero no tengo que hacer siempre algo político. Me explico: si tú me pides que te apoye en una causa justa, cuenta conmigo, ya sea se trate de la guerra en Siria, la hambruna en África, temas de Latinoamérica, en fin. O si el día de mañana se necesita un cuadro mío para una manifestación en contra de Jimmie Åkesson, también lo apoyo. Vale decir, tengo mi compromiso, pero no lo uso como bandera de lucha. Hay una diferencia.
Cuando hemos conversado durante más de una hora, se abre la puerta del taller y entra Ricardo Donoso, quien quiere avisar que se retira. Luego de haber presentado una nueva exposición, ahora les toca relajarse un par de días, antes de comenzar con la próxima.
El arte y el proceso creativo no se detienen nunca. Tal vez esto sea lo que define al artista: el no estancarse nunca, el seguir siempre en camino.
En el taller. Foto: Marisol Aliaga.

En la oficina de Edsvik, en medio de obras de arte y documentos. Foto: Marisol Aliaga.
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