"Hay mucha gente en esta ciudad que aún no acepta que está deprimida, pues la tristeza se manifiesta de diversas formas y matices y esa tristeza hay que trabajarla y formarla y hay que despedirla con el tiempo, eso es un lujo que los familiares de los que ya no están no podrán darse", escribe nuestro columnista invitado, el joven escritor chileno Patricio Zamorano.
Por: Patricio Zamorano
Este horrible suceso me ha hecho notar que pienso muy diferente a una inmensa cantidad de amigos en el Facebook, me he cuestionado bastante. No significa por ello que dejaré de ser amigo de mis amigos, pero significa, tal vez, que me he alejado del que una vez fuí. Creo que el 7 de abril murió algo dentro de todos nosotros. Cuesta dejar de pensar en las ausencias perpetuas a las cuales han sido condenadas cuatro familias, el británico que trabajaba en Estocolmo, la turista belga que estaba en la flor de la vida, la niña que comenzaba a vivir, y me pregunto quién será la otra víctima. (*)
(Entre las víctimas también había un perrito, una mascota que acompaña a alguien en una imagen grabada en la desgracia y quien hasta el último momento supo ser amigo).
Hay mucha gente en esta ciudad que aún no acepta que está deprimida, pues la tristeza se manifiesta de diversas formas y matices y esa tristeza hay que trabajarla y formarla y hay que despedirla con el tiempo, eso es un lujo que los familiares de los que ya no están no podrán darse.
Hoy Estocolmo salió a la calle y la calle se llenó de flores. El pueblo de Suecia le manifestó su amor a la memoria de las víctimas y le manifestó un sincero e innegable afecto al cuerpo de policía, desde ahora les será más difícil a algunos el lanzarle piedras a los policías ,cuando acudan al llamado, en las tardías horas de la noche.
Algo ha cambiado, y al menos los que pensamos distinto nos hemos sincerado en el dolor o en la rabia y nos hemos acercado en el cariño que sentimos por este país, porque ese cariño es el factor común que nos une a todos.
Creo que es legítimo manifestar su ira ante los asesinos y sus simpatizantes, es un sentimiento legítimo y nadie tiene derecho a taparnos la boca a la hora de expresarlo, solo se debe cuidar la forma de expresarlo y la forma de actuar con este sentimiento. El amor es legítimo, es la fuerza motriz del actuar humano, pero el cariño a nuestra sociedad debe estar cimentado en bases reales y concretas. Las palabras hermosas, pero vacías de contenido, solo llevan a la falsedad y a un posterior desencanto. Una sociedad plena debe descansar sobre un Estado fuerte y soberano, que sepa ser severo ante las fuerzas del oscurantismo, vengan estas de donde vengan.
Esta es una opinión, y opiniones hay tantas como gotas de lluvia.
La vida es frágil y hermosa y debemos vivirla intensamente, contagiando de esa intensidad a los demás, mientras la tengamos, siempre. Tratando de embellecer la vida ajena.
La amenaza continúa, lo sabemos como sabíamos que esto era cuestión de tiempo, pero sin embargo esperamos, de todo corazón, que esto nunca más vuelva a repetirse, que los niños nunca más sean ni víctimas ni testigos del terrorismo.
Lucharemos por que así sea. Esperamos que la fortuna bendiga a Suecia en el tiempo y en la historia. Suecia se lo merece, por ser un país digno, cuna de músicos e inventores, amante de los estudiantes y de la ciencia y gestora principal del asilo en contra de la opresión, se lo merece por ser el hogar de los innovadores y emprendedores, de los seres pensantes y festivos, de los que añoran habitar el campo abierto cercano almar, por ser la tierra antigua, libre y montañosa, de los que quieren vivir y morir en el Norte.
Patricio Zamorano
Sábado 8 de abril 2017
(*) Al momento de escribir la columna, no se sabía la identidad de la cuarta víctima. Más tarde se supo que se trataba de Lena Wahlberg, de 69 años, de la localidad de Ljungskile, quien estaba de paso en Estocolmo. En esta nota se nombran las víctimas mortales.
La policía de Estocolmo recibió flores y abrazos, de parte de los habitantes de Estocolmo, entre ellos, muchos niños. Foto: Marisol Aliaga.