Suecia – Columnas
En esta crónica, el periodista, docente y escritor Jesper Huor, publicada en El Periodista, se refiere a un grave problema que afecta a Suecia: la criminalidad, que ha ido en aumento en los últimos años.
“Se podría pensar que Suecia está atormentada por demonios en cuerpos de adolescentes, con poco control de los impulsos y una alta propensión a la violencia”, escribe.
Fuente: Jesper Huor. Journalisten 5 septiembre 2024
A veces la violencia se acerca sigilosamente. En el camino que mi hija solía tomar para ir a sus clases de piano, un hombre fue asesinado a puñaladas por niños soldados drogados con Tramadol. Había testificado en una investigación sobre un asesinato.
En la cancha de futbol donde entrena mi hija, criminales adolescentes buscan contacto con niños más pequeños. Pero ella no se asusta, y yo tampoco, aunque debería hacerlo. Pero uno está choqueado – y curioso. Hay un mundo desconocido cerca del mío del cual intuyo sus contornos, pero no comprendo.
El libro Tills alla dör [Hasta que mueran todos] de Diamant Salihu, ofrece una visión nueva y única. Habla de la guerra de pandillas en la zona norte, Norrort, pero también de miseria social. Habla de madres solteras somalíes con diez hijos en un departamento con dos dormitorios. Pero una cosa le falta al libro: no hay cercanía, los personajes no se convierten en individuos de carne y hueso, con imaginación y humor. Tres años después, la violencia de las pandillas es el tema de todo un género de libros, como Los clanes, El asesinato de Ribersborg, ¿Dónde están los padres?, El rap gangster sueco y El último verano: cuando las pandillas asesinaban a niños. Libros que en conjunto dan una amplia imagen de por qué se ha llegado a esto. Aún así, es difícil comprender emocionalmente a los niños soldados, que sonríen en los tribunales cuando son condenados por crímenes horrendos. ¿Qué clase de personas son estas?
Se podría pensar que Suecia está azotada por demonios en cuerpos de adolescentes, con escaso control de impulso y alta propensión a la violencia. Chicos negros y delgados de origen musulmán que se encuentran al último en la jerarquía, incluso más abajo que los afganos no acompañados. Así es. Suecia no los quiere. Pero el trabajador social Nicolas Lunabba le dio una oportunidad a uno de ellos. No a un soldado, sino a un niño en riesgo: hace lo que ningún trabajador social puede hacer: deja que el niño se mude con él a tiempo completo. Lo cuenta en el autobiográfico ¿Estarás triste si me muero? Elijah, de 14 años, es desagradable, un delincuente de poca monta, un matón que se aprovecha de otros niños, pero también es tierno y en realidad divertido. El libro está escrito con una compasión radical y una fría mirada crítica. Aquí, los mecanismos detrás de la violencia se describen, no teóricamente, sino como una experiencia vivida, y se ve el alcance de la traición de Suecia. Ningún libro de reportajes ha llegado aún tan cerca. Y la prosa es increíblemente hermosa.
Cuando doy clases a futuros periodistas en JMK, les inculco la importancia de atreverse a hablar sobre lo foráneo, de acercarse y tratar sinceramente de comprender incluso a aquellos que, con razón o sin ella, están siendo demonizados: hombres del MeToo, criminales de guerra y racistas. Un ejemplo brillante se puede encontrar en Afganos, de Åsne Seierstad, donde se pone en el pellejo de un talibán, cosa que se siente su tristeza y su alegría – su mundo desconocido. He aquí la clave de por qué Occidente perdió una guerra de veinte años contra una guerrilla menesterosa. No entendimos nunca con quién estábamos en guerra.
Otro demonio contemporáneo es el soldado ruso. La narrativa de la propaganda rusa no es interesante, simplemente inicie sesión en X y quedará abrumado, pero ¿cuándo se pudo leer una descripción de la guerra a ras del suelo, desde la perspectiva de los soldados rusos?